sábado, 3 de diciembre de 2011

Nace cada día


La vida es elegir, y yo siempre he querido tenerlo todo. No en el sentido de ser una avariciosa materialista, pero si avariciosa en otros sentidos. Siempre me ha parecido mal el hecho de que elegir una cosa te prive de tener la otra. Pero es que precisamente de eso se trata, de que al tomar un camino renuncias a tomar el otro, porque no se puede tener todo en la vida. Y quizás sea ahora cuando empiezo a darme cuenta de eso. Incluso le veo el lado bueno a tener que elegir. Elegir es sinónimo de valorar. Eligiendo una opción en detrimento de las otras indica que le das más valor a lo que elegiste. Porque precisamente lo elegiste a la primera, sabiendo que renunciabas a todo lo demás, y no porque al andar los otros caminos vieras que el primero fue el mejor. Son situaciones muy distintas. Lo que verdaderamente tiene valor y es una muestra de valentía, es precisamente elegir solo una de las opciones, sin ni siquiera saber en un principio cual era mejor.

Llega ese momento en la vida en el que te encuentras dos caminos separados o incluso tres o más. Ese momento me aterraba siempre. Y quizás aun no deba conjugarlo en pasado, pero si es verdad que he aprendido a que me asuste menos. Y sobre todo a valorar lo que elijo y a comprender que no siempre se puede tener todo, pero que lo que tienes si puede ser lo mejor.

Quizás a base de tropezar es como aprendes este tipo de cosas. Cosas que no vienen en los manuales y que a veces la gente te advierte, pero soy de ese tipo de personas que no aprenden algo hasta que les sucede. Hay que aprender a dejar la parte negativa del pasado atrás y no mortificarnos toda la vida por alguna mala decisión que tomamos. Ya está hecho y es imposible cambiarlo. Lo único que podemos hacer es avanzar y no volver a cometerlo en el futuro.

No hieras a gente porque a ti te hirieron. No te rías de gente porque un día se rieron de ti. Y sobre todo, no dejes de creer en el amor aunque te haya hecho sufrir mucho. Recuerda que las nuevas personas que aparecen en tu vida son personas con las que debes empezar de cero. No tienen culpa de tu pasado, ni tu del suyo y la venganza no da la felicidad, la quita.

La vida te enseña a no tropezar dos veces con la misma piedra. No es que nos hayamos vuelto más ágiles, es que la piedra es cada vez más grande; más evidente.

Soñar está bien, de hecho la gente que se ha atrevido a soñar han sido los que han cambiado el mundo. Pero soñar tiene sus límites. Cuando te empeñas solo en conseguir lo “imposible” o digamos lo difícil. Cuando eres tan amiga de lo complejo que tu misma te complicas la vida. Cuando no valoras lo que de verdad tienes o podrías tener y solo te fijas en lo que quieres tener y sabes que seguramente no tendrás nunca. Es en ese momento cuando soñar se vuelve estúpido. Y cuando tu misma haces que ser feliz cada vez sea más difícil de conseguir, porque nunca valorarás lo que tienes, y solo pensarás en lo que nunca tuviste. Hoy he aprendido a seguir soñando, porque no quiero dejar de hacerlo, va en mi persona, pero he aprendido a valorar lo que tengo, lo que si tengo y puedo tener. He aprendido a soñar con cosas que dependen de mi y de mi esfuerzo, solo a soñar con esas cosas. He aprendido que a veces ir a lo seguro tampoco es tan malo, la vida ya es bastante complicada como para complicarla más aun. Y si lo que está al alcance de tu mano es genial y encima posible, ¿por qué tanta manía con querer otra cosa? A veces por soñar he sido estúpida y la he cagado y peor aún, he hecho daño a algunas personas. A veces por soñar he sido tan estúpida que no valoré lo que tenía, aún sabiendo que lo que tenía era todo lo que yo podía desear en mi vida. Pero soñar tanto tiene eso, que te ciega, te vuelve estúpida. Así que hoy seguiré siendo soñadora, porque sino no sería yo, pero también seré más práctica, más realista, más humana, más inteligente. Mejor persona.

Aprovecho esta entrada de Blog para disculparme por como mis múltiples tropiezos pudieron afectar a otras personas. Y por no tener en aquel momento la madurez que hacía falta en ciertos aspectos. He llegado a tropezar más de dos veces con la misma piedra, y aún seguía sin darme cuenta del error. Hoy tengo clara una cosa y es que no volverá a pasar. No volveré a tropezar; no al menos con la misma piedra.

Un consejo: haz cada día el día de tu comienzo aunque sin olvidar lo que has aprendido hasta ese momento. Haz que cada día sea una oportunidad y no una amenaza. Elige, y no te arrepientas de lo que elegiste. Piensa que todo tiene su porqué; que todo ocurre por algo; que nada es casualidad. Sonríe, todos los días que puedas, con una sonrisa nueva. Con una sonrisa que no tiene en cuenta que antes de ayer te equivocaste. Con una sonrisa que si tiene en cuenta que hoy acertaste.

Nace cada día.

No hay comentarios: